14 nov 2011

LIMERANZA

Las personas van al matrimonio con expectativas sobre su pareja y sobre el matrimonio como institución. Estas expectativas están relacionadas con el comportamiento cotidiano: hábitos, higiene, relaciones familiares y lo que se espera del matrimonio en sí.
Personas inseguras ponen en manos de su pareja la responsabilidad de su vida: “si me dejas me muero”, “quiero que me cuides, me protejas, te encargues de mí”; “sin ti no soy nada”; son frases típicas de quien no ha asumido que vivir en pareja es libertad y autonomía, no dependencia ni manipulación. Cada uno debe mantener su individualidad, sin descuidar sus intereses personales. El tiempo que se dedique a la pareja, hijos, actividades comunes de la vida en pareja: compras, recreación, visitas familiares y a uno mismo, debe ser equitativamente distribuido.
Los acuerdos son tácitos y esperamos comportamientos de la pareja que jamás se han expresado. Al pasar el tiempo la fase de enamoramiento inicial y la pasión va decreciendo, las personas se muestran tal como son, lo que antes percibíamos como rasgos graciosos y peculiares se vuelven defectos y son perceptibles; muchas veces “inventamos” personas ideales en base a expectativas personales, exagerando cualidades y ocultando defectos en forma consciente. Este estado se llama “Limeranza”: enamoramiento subjetivo, irracional y obsesivo.
Sin embargo, también con el pasar los años se puede construir una relación afectiva más profunda, sobre todo cuando las personas que deciden vivir un proyecto común, no desaparecen como individuos. El respeto, tolerancia, disfrute de la sexualidad sana, paciencia, empatía, afecto y diálogo, son elementos que facilitan la convivencia.
Si las expectativas tácitas sobre la pareja y del matrimonio se expresaran abiertamente las probabilidades de duración serían mayores. La personalidad es dinámica y se pueden cambiar algunas cosas pero no se puede pretender transformar a la pareja en lo que uno quieren que sea, sin embargo pueden fijarse límites acerca de lo que uno espera de su pareja y a la vez escuchar lo que esa pareja espera de nosotros. Podríamos elaborar un contrato sobre expectativas y comportamientos deseados pero más importante es “darnos cuenta” de lo que implica la Limeranza.
Pedro Rondón Navas
Psicólogo- Sexólogo
pedrondonavas@gmail.com
http://sexologosonline.blogspot.com.